La primera mitad del siglo estuvo marcada por la Guerra de los Treinta Años, que de 1618 a 1648 enfrentó al emperador católico alemán Fernando III de Habsburgo, contra los príncipes alemanes protestantes y sus aliados: Francia, Suecia, Dinamarca, Países Bajos e Inglaterra.
El emperador alemán y España, que se alió con ella, fueron derrotados y firmaron la Paz de Westfalia (1648), aunque España mantuvo la guerra con Francia hasta el 1659, año en que tras ser derrotada, firma la Paz de los Pirineos, y le cede los territorios catalanes del norte de los Pirineos.
La monarquía absoluta es la concentración de todos los poderes del estado en el rey, que así gobierna sin ningún límite y sin contar con las instituciones. Para ello los reyes establecen una administración muy centralizada, que ejecutaba sus órdenes en todo el reino. Se apoyaban en teorías como las que afirmaban que los reyes lo eran por derecho divino, o que solo el absolutismo podría evitar que los intereses de los distintos grupos sociales acabasen con el orden social.
En Inglaterra este absolutismo no cuajó, ya que el Parlamento tras dos revoluciones defendió sus derechos. En los Países Bajos, tras la independencia de España se forma una República de siete provincias con sus propios parlamentos, y en Alemania el poder de los príncipes tras la guerra de los 30 años, hace que el emperador se vea muy limitado por su Parlamento (Dieta).
Francia será el mejor ejemplo de monarquía absoluta, con el reinado de Luís XIV, el Rey Sol (1643-1715).
En España también se implanta este tipo de monarquía, aunque las tareas diarias del gobierno estaban en manos de los validos, que eran personas de absoluta confianza del rey.
POBLACIÓN Y ECONOMÍA
La población europea crece muy poco en este siglo, debido a las malas cosechas y a una epidemia de peste que afecto a los países mediterráneos. En España incluso la población descendió, y pasó de 7,8 millones de habitantes a solo 6 o 6,5 millones. Las causa fueron la peste, las guerras, las malas cosechas y la emigración a América.
La economía seguirá los principios del mercantilismo, teoría que sostiene que la riqueza de un país reside en la cantidad de metales preciosos que posee. Como estos son limitados, el país que quiera incrementar su riqueza, deberá recurrir al comercio exterior.
Los estados por lo tanto impulsarán el comercio exterior, y las exportaciones, fomentando las industrias nacionales y la producción, mientras se cargan con impuestos la importación de bienes.
Los países tratan de conquistar nuevos mercados y territorios en busca de materias primas, esto fomentará la creación de compañías comerciales.
Inglaterra, Holanda y Francia serán los estados europeos que adopten el mercantilismo. En Francia será impulsado por Colbert (ministro de hacienda de Luís XIV) por lo que se llamará colbertismo. En España se aplicará un mercantilismo arcaico llamado bullionismo (del inglés bullion, lingote de oro) basado en el control de los metales preciosos traídos de América.
La agricultura en este siglo sufrirá una crisis debido a anomalías climáticas y a las guerras, y a la artesanía le sucederá lo mismo debido al estricto control gremial. Esto fomentará la aparición de nuevas formas de producción al margen de los gremios, como el trabajo a domicilio y las manufacturas que se hacen en grandes talleres. España se quedará con un desarrollo industrial muy escaso, ya que las riquezas traídas de América no se invertirán en promover la industria.
El comercio por su parte alcanzará un gran desarrollo especialmente en Inglaterra, Holanda y Francia, que crearán sus propios imperios coloniales, desarrollando un capitalismo comercial y financiero en detrimento de España, que pierde su predominio comercial y marítimo, al ver como decae el comercio con América debido al contrabando y a la piratería.
DESARROLLO CIENTÍFICO Y CULTURAL
En este siglo las ciencias avanzan una enormidad impulsadas por dos teorías. Una de ellas, es el empirismo formulado por el inglés Francis Bacon, que parte de la observación de la realidad para formular leyes científicas que tienen que ser comprobadas antes de su aceptación.
La otra es el racionalismo de René Descartes, que defiende el uso de la razón para entender la realidad.
De entre todos los grandes científicos de este siglo destacamos al propio Descartes, que fue quien ideó las coordenadas cartesianas. A Napier, que con su sistema de multiplicaciones y divisiones cifradas, sentó las bases para el desarrollo de los logaritmos. A Galileo Galilei, que creó el primer telescopio, y confirmó la teoría heliocéntrica de Copérnico. A Newton que descubre la teoría de la gravedad. A Torricelli que crea el primer barómetro, a Pascal que inventa la calculadora, etc.
En España no se desarrolla tanto la ciencia, como la cultura, y así vemos como se prolonga en este siglo, el llamado Siglo de Oro iniciado en el XVI .
En literatura sus principales autores son Cervantes, Quevedo y Góngora, mientras que en teatro destacan Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca.
En este S XVII nace en la Roma de los Papas, un nuevo estilo artístico, el Barroco, que se va a extender por toda Europa, rompiendo con las normas establecidas, buscando la novedad, las curvas, la sorpresa, el movimiento, los contrastes con el deseo de provocar emociones.
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